miércoles, 29 de febrero de 2012

Fin - Gabriela Martí


Gabriela Martí nos sumerge en un mundo muy reducido y no por ello simple, donde los personajes principales que se sitúan como eje principal de su relato se reducen a dos.

Fin nos sorprende de principio a fin o quizás mas convenientemente al contrario, de fin a principio. Su temporalidad discurre al contrario de las agujas del reloj, pero eso no limita que el relato se desarrolle de una forma lineal y creciente. Las pautas para comprender el relato se nos van descubriendo al ritmo de una música creada específicamente para el cortometraje por Jesse Selegut. Los vibrantes sonidos crean una atmósfera de intranquilidad que se refuerza con la miradas no justificadas de algunos viandantes que se cruzan en el paseo, aparentemente usual, de una hija con su madre senil. Los planos detalles y primeros planos consiguen con sutileza que nos introduzcamos de una forma más comprometida a la historia. También los espacios juegan un papel fundamental en la misma, ya que los lugares elegidos como el parque suponen un intrincado geométrico que nos transmite la dificultad de hacer un juicio acertado sobre la forma de actuar de los personajes.



Quizás el toque diferenciador que consigue calificar a Fin como corto experimental sea su discurrir inverso que consigue efectos realmente curiosos que capturan al espectador. Pero quizás su gran triunfo es una historia con puntos de inflexión dentro de su mutismo que consiguen sorprender y hacer reflexionar al espectador. La muerte, la dependencia, la moralidad son fuente de debate tras el visionado de esta obra que puede que nos deje desubicados en un primer momento, pero sin duda no indiferentes.