lunes, 30 de abril de 2012

Caché (Escondido)

Director: Michael Haneke
Intérpretes: Daniel Auteuil, Juliette Binoche, Maurice Bénichou, Annie Girardot, Lester Makedonsky, Benard Le Coq, Walid Afkir, Daniel Duval
Productor: Coproducción: Les Films du Losange (Francia), Wega Films (Austria), Bavaria Film (Alemania) y BIM Distribuzione (Italia)
Guión:  Michael Haneke
Fotografía: Christian Berger
Año de producción: 2005



En los años que corren, saturados de noticias ávidas de sangre e injusticias a las que nos enfrentamos con indiferencia y monotonía mientras comemos frente al televisor cada mediodía, nos sorprende que un plano fijo de una calle en la que aparentemente no ocurre nada, nos provoque, al menos, que nos revolvamos en el asiento y nos preguntemos preocupados porque no pasa nada. Esa es la primera sensación que tienes al comenzar Caché de Haneke.

Nos encontramos en una Francia actual, en la cual el multiculturalismo es lo más habitual. Al principio no quieres errar en una malinterpretación desconsiderada cuando Georges grita a voz en vivo a un chico negro que se cruza en su camino a gran velocidad en su bicicleta. Pero con el transcurso de los hechos, no nos quedará más remedio que afrontar que ese multiculturalismo no es algo que haya llevado bien desde sus orígenes nuestro personaje principal.

Georges es un crítico literario con presencia en los medios de comunicación que lleva como bien dice a su madre “una vida sin altibajos”, hasta que un buen día recibe una cinta de vídeo en la cual aparece su casa desde una calle frontal durante 2 horas. En la cinta podemos ver el transcurrir de la mañana incluyendo las salidas y entradas de los miembros de la familia del propio domicilio.

A partir de este hecho, todo el entramado de Caché se irá desmenuzando frente a nosotros. Encontramos unas habitaciones repletas de libros, libros que tocan el techo, libros que comenta y enuncia cada día Georges en su programa televisivo sobre literatura, comunicación por todos lados, excepto entre él y su esposa Anne. Nos enfrentamos ante una pareja que ha sabido convivir, pero que se achacan una desconfianza mutua, él no le cuenta quien cree que puede ser el acosador de las cintas de video, ella no responde a sus llamadas al móvil. La consecuencia de esta tensa situación será la desaparición repentina de su hijo Pierre justo en el culmen de todos estos extraños acontecimientos. Todos ellos, apuntan a un hombre argelino cuya familia sirvió en la casa familiar de Georges años atrás y que tras una pelea de niños fue a parar a un orfanato, creándole secuelas que lo llevarán a situarse en el punto de mira de las sospechas de Georges.



Majid, por su parte, no hace más que repetir hasta la saciedad que él no es el culpable del acoso familiar. Aún así, vive en sus propias frustraciones y decide dar punto y final a todo suicidándose ante George. El hijo de Majid, quien también será involucrado en la posible fugaz desaparición de Pierre, aparecerá también como un personaje sospechoso y posiblemente involucrado en las inquietantes grabaciones.

Conociendo la duración de la película y viendo que está llega a su fin, el retorcimiento en tu asiento llega a su punto culmen pensando inocentemente que el culpable de todo este embrollo se nos presentará de un momento a otro. Pero no es así, de repente aparece otro plano fijo de la salida del colegio de Pierre donde vemos como habla con el hijo de Majid y los créditos comienzan a deslizarse tan lentamente como el ritmo de la propia película frente a unos espectadores boquiabiertos que se siente confusos y a la vez perturbados por la simple idea de que alguien los está grabando en ese preciso instante.

Ya en películas como El vídeo de Benny o Funny Games, Haneke se luce en el noble arte se asustar sin mostrar. Es el rey creador del terror impalpable. Todo es psicológico en Caché. Y todo se sostiene así por actores como Juliette Binoche y Daniel Auteil que nos consiguen hacer participes tanto de sus miedos como de sus culpas. También recurriendo al juego de la realidad y la ficción nos incluye en las propias pesadillas de Georges que nos dejan entrever, antes que a la propia Anne, su historia con Mijad.


Observando la técnica, podemos apreciar el uso de planos estáticos muy amplios en los cuales la acción se nos presenta lejana y en ocasiones, casi difícil de seguir. Sería el caso en el que la cámara esta robando intimidad de la familia, pero también en escenas como la recogida de Mijad en la casa de George cuando ambos eran unos niños. En muchas ocasiones, sobre todo en las imágenes de las cintas de video, se recurre al fuera de campo, es decir, sabemos que George está aparcando pero no vemos el coche en plano, sino que lo escuchamos maniobrar o cerrar las puertas del mismo, hecho que sin duda nos incomoda porque nos sentimos fuera de la acción. Por lo tanto, es inevitable que todo esto vaya unido a una mirada subjetiva que nos hará sentir alivio al comprobar que se mueve, ya que si permanece fija tendremos la absoluta convicción de que se trata de otra cinta de video. En cuanto a los espacios podemos apreciar una abundancia de exteriores en las cintas de videos, oponiéndose a los interiores donde se suelen desarrollar los acontecimientos relacionados con la familia. También se juega con el tiempo continuamente cuando los personajes rebobinan las cintas de video desmenuzando y recreándose en los hechos, herramienta que ya utilizaba Haneke en El video de Benny. Hay que mencionar como dato indispensable un planteamiento de los planos pulcros y una articulación de la narración sin una sola nota creando un ambiente más frío y en ocasiones cercano a la realidad. Sin duda, es apreciable un montaje en paralelo de las pesadillas y recuerdos de George con Mijad y de la acción presente hasta un punto de convergencia de la acción cuando los dos personajes se reencuentran.

Es difícil establecer de que trata Caché. Trata de la dificultad de una convivencia entre diferentes culturas, el miedo a lo exterior, como cuando George afirmaba que Mijad estaba enfermo y escupía sangre por la boca. Nos habla también de aspecto de los medios de comunicación, de la peligrosidad de un video, como puede influir en la vida de alguien, como puede llegar casi a destrozarla como cuando Anne descubre que sí ha acudido a su encuentro con Mijad o su jefe se hace participe de todo este embrollo. Pero sin duda, la película es un juego directo con el espectador. Hay que sentirse halagado al ver esta obra, Haneke nos trata como un público inteligente capaz de sacar sus propias conclusiones acerca del amenazante acosador. Lo que nos hace caer en la cuenta de la identidad del mismo es un comentario que realiza George al principio: “¿Cómo he podido pasar al lado de él y no haberme dado cuenta?”. ¿Quién está detrás de todos esos videos? ¿Realmente existe dentro de la película? Pero no es descabellado pensar que el propio creador de los videos, el observador indiscreto de cada detalle, el que ha creado la culpa dentro de George sin un ápice de remordimientos, sin haberse movido de su privilegiado puesto de ser omnipresente en dos horas seas tú. 

miércoles, 4 de abril de 2012

La clase (Entre les murs)


Director: Laurent Cantet
Intérpretes: François Bégaudeau, nassim Amrabt, Laura Baquela, Cherif Bounaïdja Rachedi, Juliette Demaille
Productor: Haut et Court
Guión: François Bégaudeau (escritor de la novela original), Robin Campillo, Laurent Cantet
Fotografía: Pierre Milon
Año de producción:2008




Nos encontramos como bien dice su titulo orginal “Entre los muros” creados por François Bégaudeau en su novela original y adaptada a la gran pantalla por Laurent Cantet.

La multiculturalidad es la actual realidad de cualquier capital europea y más siendo un epicentro como es el caso de París. Nos situamos en una escuela de un barrio marginal de la capital francesa. El año escolar está empezando, todo está a punto. El engranaje está recibiendo sus últimos retoques: se limpian las mesas, los profesores se reparten sus clases, se establecen los horarios... Se nos presenta un mundo completamente ordenado que sucumbirá al más absoluto caos con la aparición de la otra cara de la moneda: los alumnos.

Si una clase de adolescentes puede llegar a ser complicada, aún más si están compuestos por alumnos tan diferentes como ocurre en este caso. La clase no se convertirá en un lugar de intercambio cultural sino en un campo de batalla en el que las bombas pueden estallar en cualquier momento. Nos sorprende en ocasiones el temple del profesor de lengua francesa, interpretado por el mismo escritor de la novela original.

Conviviremos de cerca con toda clase de conflictos que nos aterraran a partes iguales que nos harán reír. Pero está película no nos ofrecerá más que los sucesos acaecidos en este aula durante el curso escolar. No será más que un diario de abordo en imágenes de lo que será el día a día tanto para alumnos como para profesores, la dos caras opuestas de esta moneda que no hace más que girar sin dejar ganar a ninguna de las dos partes implicadas.

Al terminar el curso, los alumnos afirman haber aprendido algunas cosas, pero muchos de ellos enuncian no haber aprendido nada, de hecho algunos han aprendido más fuera de los muros del aula, es el caso de Esmeralda que afirma haber leído “La República” de Platón. La clase acaba con sus sillas vacías, los niños juegan en el patio junto a los profesores y solo los podemos oír de fondo. El vacío del aula nos atravesará como una daga fría dejándonos ante el sabor agridulce de que la guerra ha acabado y como todas, no ha servido para casi nada.



François Bégaudeau, nuestro heroico profesor de lengua francesa fue durante unos cuantos años director y profesor en una escuela de París. Será ahí donde nacerá la novela “Entre les murs”. Laurent Cantet se ocupará de hacer los honores de crear la película en base de la novela y junto al escritor y a Robin Campillo crearán el guión en el que se asienta el filme. El proceso de rodaje será breve pero intenso, con un trabajo extenuante de ensayo anterior. La clase está filmada en 7 semanas en un colegio real de París con 3 cámaras HD al hombro: una para las réplicas, otra para las contrarréplicas y la última para reacciones secundarias. La joya de la corona de esta película reside en la natural y humana interpretación de sus actores. Para ello, Cantet seleccionó a 50 jóvenes sin experiencia en la interpretación y estuvo trabajando semanas y semanas en posibles situaciones para observar sus reacciones, de aquí emergieron 25 seleccionados que llenarán el aula que se nos presenta en esta cinta.

El profesor se represent tanto como un héroe como un ser humano más con sus defectos y debilidades, sobre todo al cometer errores como insultar al alumnado. Las situaciones lo llevan al borde del precipicio cada día. Hay un choque entre el profesor y los alumnos, en la mayoría de los casos ocasionados por la imposibilidad del primero en llegar a la realidad de sus pupilos. Los alumnos por su parte, que nos sorprenden con sus naturalidad, acuden cada día a clase para desfogar sus miedos e iras haciéndole imposible e ardua la tarea al profesor. En vez de centrarse en interiorizar los conocimientos se ocuparán de refutarlos como el episodio del subjuntivo: “Para que vamos a aprender a usarlo si eso ya no lo usa nadie”. La mayoría tiene problemas para comunicarse correctamente en francés, la asignatura no será nada fácil de impartir.



Nos encontramos ante una imagen casi sin tratar y grabada al hombro que nos hace ser conscientes en ocasiones que alguien está grabando debido al movimiento de la imagen. Todo esto consigue darle un toque de más realismo, si ya la interpretación lo conseguía, a la película. Se nos presenta casi como una obra de cine documental. Su austeridad será totalmente evidente en el hecho de que no hay música, ni siquiera en los créditos.

No nos extraña en absoluto que esta obra se llevará la Palma de Oro, pero no el Óscar al que también aspiró en nominación. No estamos ante una película fácil de seguir, basada completamente en el diálogo, pero de una calidad que la Palma de Oro siempre ha conllevado.

La clase no acaba cuando la película llega a sus créditos y las luces de la sala se encienden. La clase consigue que sigamos con ella en la cabeza luego. Nos hace cuestionarnos el sistema educativo que creemos tan acertado. Ese sistema que más que formar en este caso parece solo servir para fomentar la desigualdad. Hace que nos planteemos donde están los límites, hasta donde llega la educación en la escuela y hasta donde llega la educación que debe ser ejercida por los padres. Entre los muros parece ser solo una jaula donde los alumnos no llegan a comprender nada útil para sus vidas, unas vidas que se apartan de lo que la escuela intenta enseñar. Dos mundos opuestos que parecen darse la espalda desde septiembre hasta junio y luego, vuelta a empezar.