viernes, 22 de junio de 2012

Twixt



Director: Francis Ford Coppola
Intérpretes: Val Kilmer, Bruce Dern, Elle Fanning, Ben Chaplin, Anthony Fusco, Alden Ehrenreich, Tom Waits, David Paymer, Joanne Whalley, Don Novello
Productor: America Zoetrope
Música: Dan Deacon
Guión: Francis Ford Coppola
Fotografía: Mihai Malaimare
Año de producción: 2011




Vampiros, sí vampiros. ¿Pero como los de Drácula? No. Francis Ford Coppola se ha olvidado de su Drácula en Twixt.

Demasiadas campanadas en Swan Valley

Baltimore es un escritor en gira de promoción de su último libro. Su siguiente parada es el pueblo de Swan Valley. Sentado tras una simple mesa casi sin hacer nada, en una librería que hace la misma función que ferretería y supermercado, Baltimore se nos presentará como un ser al borde del precipicio señalado por un cartel de rebajas a 19,99 dolares. Nadie parece conocer al escritor en aquel perdido pueblo, excepto el sherrif que además de conocer su obra y carrera le hace la proposición de crear algo juntos basándose en las historias de asesinatos que rondan por el pueblo. Baltimore se niega en primera instancia, pero el sheriff conseguirá convencerlo mostrándole un cadáver de un asesinato que atribuye a unos chicos “demoníacos” que viven al otro lado del lago. La amenaza de su esposa ante la posible venta de su copia manuscrita de Hojas de Hierba, de Walt Whitman para acabar con las deudas que tienen, le hace actuar frenéticamente e intentar vender la historia de los asesinatos a su editor. De esta manera Baltimore se sumerge en la historia pasada y presente de Swam Valley y de su misterioso hotel. Empieza a bifurcarse la historia en dos mundos: el mundo verdadero de Swam Valley y el soñado por Baltimore. A través de su tragedia con la muerte de su hija adolescente en un accidente de barca conseguirá implicarse más con el asesinato de una chica bella del pueblo. Un personaje más se unirá a su mundo soñado, Edgar Allan Poe, que se dedicará a iluminarle las situaciones y que permanece con él en el puesto de espectador. Al final, se descubrirá que casi todos los personajes están implicados en una trama bastante satánica y sangrienta relacionada con la muerte de niños inocentes que llevará al éxito literario al mismísimo Baltimore.



¿Qué vampiro ha mordido a Coppola?

Puede que lo que más sorprenda de toda esta cinta de 90 minutos, sea el primer crédito tras su título al final, donde vemos un dirigido y escrito por Francis Ford Coppola. Es cierto, que no debemos caer en un sentimiento de nostalgia por obras como El padrino o Apocalypse now, pero poco hay entre el Coppola de entonces y el de ahora. La historia es un cuento que ha escrito el propio Coppola y que ha realizado con su propia productora America Zoetrope. Al tratar de vampiros es inevitable echar la vista atrás hacia su adaptación de Drácula para concretar que solo tienen en común una utilización de planos muy sujetos al movimiento y una elaboración muy fantasiosa de los edificios y los paisajes nocturnos cuajados de estrellas. También nos recuerda a obras fantasiosas como Sleepy Hollow de Tim Burton. Remitiéndonos al hecho de que no debemos caer en un fanática nostalgia por los tiempos pasados, debemos alabar el intento de Coppola por adaptarse al nuevo mundo digital del cine con obras como esta. Pero si es cierto que me veo en la obligación de señalar que la película se acerca en ocasiones a la tipología de telefilme, con una banda sonora que pone los pelos como escarpias, un uso exagerado y demasiado notable del croma, unos giros de la cámara sobre la grúa que nos despistan y confunden y algunos efectos visuales que chirrían molestamente como el salto de la moto de Flamenco al rescatar a Victoria. Al ver el título y la tipología del mismo me recordó al título de Twilight, la afamada saga de vampiros-modelos. No sé si Coppola ha visto alguna de la saga y ha decidido unirse al carro de la recuperación del género de vámpiros creando Twixt.

No todo son aspectos negativos, al fin y al cabo, Coppola está detrás. De ese modo, podemos destacar una iluminación nocturna muy lograda, sobre todo en las escenas de trance, en las que se hace un uso del blanco y negro dejando algunos toques de color como el rojo para la sangre o el amarillo para la lámpara de Poe. También encontramos efectos digitales realmente innovadores, como la ralentización de algunos planos a gran calidad de imagen como cuando echan vino en alguna copa que nos recuerda a una estética virtual cercana al videojuego. Otro tema a destacar es toda la simbología que tiene la película, ejemplos como el paso de la serpiente signo del mal en las escenas demoníacas o cuando el vino y la sangre en ocasiones se confunden. Todo ello se completa con un buen uso de la cámara como en la presentación del pueblo mediante un travelling.


El cuadro se completa con la actuación de unos actores no muy reconocidos actualmente. Nos reencontramos con Val Kilmer que se dedica a mostrarnos a un escritor realmente frustrado, en ocasiones mirando directamente a la cámara, que pasa muchas horas delante de su ordenador ya sea intentando escribir más de una frase mediante método poco ortodoxos como la saturación de medicinas o el uso excesivo del alcohol, alternándolo con peleas por la webcam con su mujer. Y debemos admitir que disfrutamos con la actuación de la joven Ellen Fanning que viene de actuar con extraterrestres y zombies en Super 8, para seguir con los entes sobrenaturales en Twixt.

Puede que un posible fallo sea que Twixt nos haga reír en momentos que debería asustarnos. Es cierto que ya con Tetro, todo el mundo se llevo las manos a la cabeza con las últimas creaciones de Coppola. Esta no va a ser una excepción. Ni el pobre Edgar Allan Poe va poder dar un poco de luz a esta historia con su tililante farol digital.  

jueves, 21 de junio de 2012

La trampa de la muerte



Director: Sydney Lumet
Intérpretes:  Michael Caine, Christopher Reeve, Dyan Cannon, Irene Worth, Henry Jones
Productor: Burtt Harris
Música: Johnny Mandel
Guión: Ira Levin
Fotografía: Andrzej Bartkowiak
Año de producción: 1982



Se preparan los actores entre las bambalinas, los focos se encienden y se descorre el telón. La vida se presenta como una obra de teatro en La Trampa de la Muerte que nos tiene preparada Sydney Lumet.

El teatro de la vida

Sidney Bruhl es un afamado director de teatro en Broadway que está pasando por una crisis creativa capaz de llevarlo a las más desesperadas actuaciones. Tras el fracaso en su última obra estrena y hundido por la crítica, Sidney se aparta en su mansión en medio del campo a pensar donde reside el origen de su actual fracaso. Entre sus divagaciones, su esposa Myra se encargará de intentar animarlo, aunque con una efusividad que llega al cansancio y a la desesperación en multitud de ocasiones. Dentro de este frustrante panorama, la solución a todos sus problemas le llegará justo en mano en su última función. Uno se sus más brillantes alumnos, Clifford Anderson, le entregará una obra escrita por el mismo. La obra, La trampa de la muerte, resultará para Sidney la obra más perfecta que nunca haya leído y que junto a su afamado éxito podría convertirse en la propulsión adecuada para recuperar su éxito pasado. Junto a su mujer, Sidney se dedicará a urdir un plan de asesinato para poder quedarse con todos los derechos de dicha obra. Para ello, invitará a su alumno a casa con el fin de acabar con su vida con alguna de las armas que inundan la decoración de su salón. El plan ocurrirá a la perfección, pero los problemas aparecerán justo después del crimen. Myra, con problemas del corazón, empieza a ponerse histérica al comprobar que su marido puede ser un perfecto asesino. Además aparecerá una nueva vecina que siendo psíquica empezará a averiguar todo lo ocurrido en la casa de Sidney. Todo toma un giro inesperado, cuando Clifford vuelve de entre los muertos para conducir allí mismo a la aterrada Myra que no sobrevirirá al susto que le conlleva ver al muerto resucitado en su salón. En este momento, somos participes de un plan secundario que ha permanecido oculto a nuestros ojos durante todo el relato hasta ahora. Profesor y alumno son amantes y deciden afanarse en destruir a Myra, ya que esta posee una fortuna considerable que ira a pasar a manos de Sidney. Finalmente, todo empezará a complicarse con la aparición del abogado de Sidney, llevándonos a un estado de desconfianza total acerca de lo que está ocurriendo en la pantalla.



Entre bambalinas

Las actuaciones en esta película son teatralmente perfectas. Tenemos la oportunidad de ver a un Christopher Reeve pletórico en una de sus últimas actuaciones antes de su accidente a caballo que acabará con su movilidad y con su carrera como actor. Michael Caine tampoco se queda atrás y nos ofrece una actuación llena de mentira y de veracidad a la vez. Sin duda, tampoco debemos menospreciar el papel de esposa frenética que lleva a cabo Dyan Canon. Un reparto escaso, pero realmente bien elegido.

Las adaptaciones parecen ser un plato fuerte en la obra de Sydney Lumet, su director. Hay un toque de Agatha Christie en muchas de sus obras, de hecho La trampa de la muerte puede ser uno de estos ejemplo. El tono policial de la obra se completa con una actuación teatral y con un tono irónico. El tema de la homosexualidad también será recurrente en la filmografía de este autor, como ocurrirá en su obra Tarde de Perros.

El espectador siente que no está en el cine, sino en una sala de teatro. Todas las actuaciones tienen un matiz relacionado a las interpretaciones teatrales. Pero, Lumet llega a más que esto. Si apreciamos los planos de la película podremos comprobar que la mayoría son planos generales que nos recuerdan a la visión que podemos tener de la acción al sentarnos en una fila de un teatro a ver una obra cualquiera. La obra está divida en dos actos, un primero mucho más impactante que un segundo. Podemos afirmar que nos encontramos ante una obra de metateatro, el teatro se realiza dentro del propio teatro como si de unas muñecas rusas se tratase. La iluminación está centrada en paisajes nocturnos en su mayoría, el momento perfecto para realizar el tipo de tareas que se desarrollan en la Trampa de la Muerte.

Como espectador, uno se sentirá confuso la mayoría del tiempo. Al producirse el punto de inflexión de la muerte de Myra, desconfiaremos totalmente en casa suceso que se de a partir de este momento en la película, pondremos en duda cada cosa que creamos que pueda estar ocurriendo tal como se muestra. Hecho que nos confinará a un estado de inquietud en el segundo acto. Sin duda, esta desconfianza e incertidumbre nos llegará a convencer de como la película consigue afectarnos y atraparnos dejando todas sus armas en manos de la más pura narración.


miércoles, 20 de junio de 2012

Ana y los lobos



Director: Carlos Saura
Intérpretes:  Geraldine Chaplin, Fernando Fernán-Gómez, Juan María Prada, Juan Vivó, Rafaela Aparicio, Marisa Porcel, Anny Quintas, Charo Soriano
Productor: Elias Querejeta
Música:  Luis de Pablo
Guión:  Carlos Saura y Rafael Azcona
Fotografía: Luis Cuadrado
Año de producción: 1972





La vasta llanura de la meseta española se nos presenta más vacía y desoladora que nunca. En este paraje no solo encontramos los cimientos de una antigua finca castellana, sino también las bases de la historia contemporánea española. Nos adentramos en un mundo de lobos donde la incansable Ana intenta resistir ante las duras pruebas que su creador, Carlos Saura, le plantea.


Las paredes tienen oídos

La trama se desarrolla al completo en la casa de esta extraña familia. Nos encontramos ante José, incansable seguidor de todo lo relacionado con el mundo militar, colecciona trajes y disfruta escuchando marchas. El segundo hermano es Juan, casado y viviendo con su mujer en la casa, se nos presenta como un personaje frustrado en su matrimonio cuya única distracción para salir de la monotonía de la casa será acosar a Ana mediante cartas eróticas que aparecerán con remitentes de diferentes partes del mundo. El último hermano y el que nos parecerá más inofensivo será Fernando, ocupado plenamente en conseguir una conexión espiritual con dios. El personaje matriarcal que los reúne a todo bajo ese mismo techo será una madre enferma que se situará en el lugar de la máxima autoridad de la finca. Para completar el cuadro goyesco nos encontramos con las hijas de Juan que corretean por la casa imitando los comportamientos de sus mayores y observando con una tranquilidad pasmosa los ataques de su abuela.

Ana llegará a este extraño ambiente cargada con una maleta llena de libros, que en la opinión de José son unos peligrosos compañeros. Poco a poco se irá introduciendo en la excéntrica rutina de la casa. Es entonces cuando Juan comenzará su acoso y los otros hermanos intentarán acercarse a ella introduciéndola en sus respectivos mundos, José le enseñará sus trajes y le pedirá que se ocupe de ellos y Juan le hará testigo de su intención de volverse ermitaño para su divino propósito.

Mientras tanto Ana lidia con los acontecimientos lo mejor que puede. Pero le será imposible superar la intención de esos tres hombres que se unirán para acabar con ella, tal como hicieron las niñas con su muñeca.



Los involucrados

Carlos Saura comenzó sus pasos desarrollando en el panorama nacional la corriente Neorrealista que ya estaba en su apogeo por toda Europa. Su cine estará invadido por las huellas de la guerra civil y el franquismo. Lo vemos en La caza, donde no se perseguirá ningún animal, sino diferentes ideas políticas. La temática volverá a mencionarse en Ana y los lobos y la Prima Angélica, siempre con una sutileza que permitirá pasar la censura del momento.

Los actores del reparto consiguen dar consistencia a este relato. Rafaela Aparicio, tiene una actuación parecida a la que desarrolla en la otra obra de Saura “Mamá cumple cien años”. También tendremos en cuenta que aunque nos sentamos ante el visionado de una obra española contamos con la participación de actores como Geraldine Chaplin de reputación internacional. Es ella quien abre la película intentando alcanzar la casa desolada atravesando matorrales y mas matorrales, esos mismos en los que la trama la hará desembocar. Por supuesto, debemos mencionar la actuación siempre acertada de nuestro añorado Fernando Fernán Gomez.

La técnica tampoco puede dejarse de lado. Los planos nos sitúan en cualquier lugar de la casa. Nos introducen de forma intimista en la trama de la historia. Los planos cortos a Ana son muy recurrentes. La música acompaña muchas veces el ritmo del relato. Atendiendo a el orden de los hechos, nos encontramos antes una estructura lineal.



No podemos decir que la historia se quede en la superficie de la misma. Podemos obtener una lectura muy compleja de la misma. La madre nos ofrece una metáfora sobre la vieja España que está enferma y cuyas estructuras (la casa) se derrumban poco a poco. Esta España que se cae a pedazos tiene tres hijos: la represión, en este caso sexual, representada por Juan, el poder militar (José) y el poder eclesiástico identificado por Fernando. Su propia madre confunde las cajas de los niños cuando son pequeños, porque las tapaderas de las mismas están cambiadas. Nos es un hecho aleatorio, de igual manera, estos tres poderes se mezclan en la España de Ana y lo lobos, una España que no se conforma con acabar con la belleza cortándole el pelo sino que insiste en despellejar y violar a la mismísima libertad.