Director: Carlos
Saura
Intérpretes:
Geraldine Chaplin, Fernando Fernán-Gómez, Juan María Prada, Juan
Vivó, Rafaela Aparicio, Marisa Porcel, Anny Quintas, Charo Soriano
Productor:
Elias Querejeta
Música: Luis
de Pablo
Guión: Carlos
Saura y Rafael Azcona
Fotografía:
Luis Cuadrado
Año
de producción: 1972
La
vasta llanura de la meseta española se nos presenta más vacía y
desoladora que nunca. En este paraje no solo encontramos los
cimientos de una antigua finca castellana, sino también las bases de
la historia contemporánea española. Nos adentramos en un mundo de
lobos donde la incansable Ana intenta resistir ante las duras pruebas
que su creador, Carlos Saura, le plantea.
Las
paredes tienen oídos
La
trama se desarrolla al completo en la casa de esta extraña familia.
Nos encontramos ante José, incansable seguidor de todo lo
relacionado con el mundo militar, colecciona trajes y disfruta
escuchando marchas. El segundo hermano es Juan, casado y viviendo con
su mujer en la casa, se nos presenta como un personaje frustrado en
su matrimonio cuya única distracción para salir de la monotonía de
la casa será acosar a Ana mediante cartas eróticas que aparecerán
con remitentes de diferentes partes del mundo. El último hermano y
el que nos parecerá más inofensivo será Fernando, ocupado
plenamente en conseguir una conexión espiritual con dios. El
personaje matriarcal que los reúne a todo bajo ese mismo techo será
una madre enferma que se situará en el lugar de la máxima autoridad
de la finca. Para completar el cuadro goyesco nos encontramos con las
hijas de Juan que corretean por la casa imitando los comportamientos
de sus mayores y observando con una tranquilidad pasmosa los ataques
de su abuela.
Ana
llegará a este extraño ambiente cargada con una maleta llena de
libros, que en la opinión de José son unos peligrosos compañeros.
Poco a poco se irá introduciendo en la excéntrica rutina de la
casa. Es entonces cuando Juan comenzará su acoso y los otros
hermanos intentarán acercarse a ella introduciéndola en sus
respectivos mundos, José le enseñará sus trajes y le pedirá que
se ocupe de ellos y Juan le hará testigo de su intención de
volverse ermitaño para su divino propósito.
Mientras
tanto Ana lidia con los acontecimientos lo mejor que puede. Pero le
será imposible superar la intención de esos tres hombres que se
unirán para acabar con ella, tal como hicieron las niñas con su
muñeca.
Los
involucrados
Carlos
Saura comenzó sus pasos desarrollando en el panorama nacional la
corriente Neorrealista que ya estaba en su apogeo por toda Europa. Su
cine estará invadido por las huellas de la guerra civil y el
franquismo. Lo vemos en La caza, donde no se perseguirá ningún
animal, sino diferentes ideas políticas. La temática volverá a
mencionarse en Ana y los lobos y la Prima Angélica, siempre con una
sutileza que permitirá pasar la censura del momento.
Los
actores del reparto consiguen dar consistencia a este relato. Rafaela
Aparicio, tiene una actuación parecida a la que desarrolla en la
otra obra de Saura “Mamá cumple cien años”. También tendremos
en cuenta que aunque nos sentamos ante el visionado de una obra
española contamos con la participación de actores como Geraldine
Chaplin de reputación internacional. Es ella quien abre la película
intentando alcanzar la casa desolada atravesando matorrales y mas
matorrales, esos mismos en los que la trama la hará desembocar. Por
supuesto, debemos mencionar la actuación siempre acertada de nuestro
añorado Fernando Fernán Gomez.
La
técnica tampoco puede dejarse de lado. Los planos nos sitúan en
cualquier lugar de la casa. Nos introducen de forma intimista en la
trama de la historia. Los planos cortos a Ana son muy recurrentes. La
música acompaña muchas veces el ritmo del relato. Atendiendo a el
orden de los hechos, nos encontramos antes una estructura lineal.
No
podemos decir que la historia se quede en la superficie de la misma.
Podemos obtener una lectura muy compleja de la misma. La madre nos
ofrece una metáfora sobre la vieja España que está enferma y
cuyas estructuras (la casa) se derrumban poco a poco. Esta España
que se cae a pedazos tiene tres hijos: la represión, en este caso
sexual, representada por Juan, el poder militar (José) y el poder
eclesiástico identificado por Fernando. Su propia madre confunde las
cajas de los niños cuando son pequeños, porque las tapaderas de las
mismas están cambiadas. Nos es un hecho aleatorio, de igual manera,
estos tres poderes se mezclan en la España de Ana y lo lobos, una
España que no se conforma con acabar con la belleza cortándole el
pelo sino que insiste en despellejar y violar a la mismísima
libertad.
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