viernes, 22 de junio de 2012

Twixt



Director: Francis Ford Coppola
Intérpretes: Val Kilmer, Bruce Dern, Elle Fanning, Ben Chaplin, Anthony Fusco, Alden Ehrenreich, Tom Waits, David Paymer, Joanne Whalley, Don Novello
Productor: America Zoetrope
Música: Dan Deacon
Guión: Francis Ford Coppola
Fotografía: Mihai Malaimare
Año de producción: 2011




Vampiros, sí vampiros. ¿Pero como los de Drácula? No. Francis Ford Coppola se ha olvidado de su Drácula en Twixt.

Demasiadas campanadas en Swan Valley

Baltimore es un escritor en gira de promoción de su último libro. Su siguiente parada es el pueblo de Swan Valley. Sentado tras una simple mesa casi sin hacer nada, en una librería que hace la misma función que ferretería y supermercado, Baltimore se nos presentará como un ser al borde del precipicio señalado por un cartel de rebajas a 19,99 dolares. Nadie parece conocer al escritor en aquel perdido pueblo, excepto el sherrif que además de conocer su obra y carrera le hace la proposición de crear algo juntos basándose en las historias de asesinatos que rondan por el pueblo. Baltimore se niega en primera instancia, pero el sheriff conseguirá convencerlo mostrándole un cadáver de un asesinato que atribuye a unos chicos “demoníacos” que viven al otro lado del lago. La amenaza de su esposa ante la posible venta de su copia manuscrita de Hojas de Hierba, de Walt Whitman para acabar con las deudas que tienen, le hace actuar frenéticamente e intentar vender la historia de los asesinatos a su editor. De esta manera Baltimore se sumerge en la historia pasada y presente de Swam Valley y de su misterioso hotel. Empieza a bifurcarse la historia en dos mundos: el mundo verdadero de Swam Valley y el soñado por Baltimore. A través de su tragedia con la muerte de su hija adolescente en un accidente de barca conseguirá implicarse más con el asesinato de una chica bella del pueblo. Un personaje más se unirá a su mundo soñado, Edgar Allan Poe, que se dedicará a iluminarle las situaciones y que permanece con él en el puesto de espectador. Al final, se descubrirá que casi todos los personajes están implicados en una trama bastante satánica y sangrienta relacionada con la muerte de niños inocentes que llevará al éxito literario al mismísimo Baltimore.



¿Qué vampiro ha mordido a Coppola?

Puede que lo que más sorprenda de toda esta cinta de 90 minutos, sea el primer crédito tras su título al final, donde vemos un dirigido y escrito por Francis Ford Coppola. Es cierto, que no debemos caer en un sentimiento de nostalgia por obras como El padrino o Apocalypse now, pero poco hay entre el Coppola de entonces y el de ahora. La historia es un cuento que ha escrito el propio Coppola y que ha realizado con su propia productora America Zoetrope. Al tratar de vampiros es inevitable echar la vista atrás hacia su adaptación de Drácula para concretar que solo tienen en común una utilización de planos muy sujetos al movimiento y una elaboración muy fantasiosa de los edificios y los paisajes nocturnos cuajados de estrellas. También nos recuerda a obras fantasiosas como Sleepy Hollow de Tim Burton. Remitiéndonos al hecho de que no debemos caer en un fanática nostalgia por los tiempos pasados, debemos alabar el intento de Coppola por adaptarse al nuevo mundo digital del cine con obras como esta. Pero si es cierto que me veo en la obligación de señalar que la película se acerca en ocasiones a la tipología de telefilme, con una banda sonora que pone los pelos como escarpias, un uso exagerado y demasiado notable del croma, unos giros de la cámara sobre la grúa que nos despistan y confunden y algunos efectos visuales que chirrían molestamente como el salto de la moto de Flamenco al rescatar a Victoria. Al ver el título y la tipología del mismo me recordó al título de Twilight, la afamada saga de vampiros-modelos. No sé si Coppola ha visto alguna de la saga y ha decidido unirse al carro de la recuperación del género de vámpiros creando Twixt.

No todo son aspectos negativos, al fin y al cabo, Coppola está detrás. De ese modo, podemos destacar una iluminación nocturna muy lograda, sobre todo en las escenas de trance, en las que se hace un uso del blanco y negro dejando algunos toques de color como el rojo para la sangre o el amarillo para la lámpara de Poe. También encontramos efectos digitales realmente innovadores, como la ralentización de algunos planos a gran calidad de imagen como cuando echan vino en alguna copa que nos recuerda a una estética virtual cercana al videojuego. Otro tema a destacar es toda la simbología que tiene la película, ejemplos como el paso de la serpiente signo del mal en las escenas demoníacas o cuando el vino y la sangre en ocasiones se confunden. Todo ello se completa con un buen uso de la cámara como en la presentación del pueblo mediante un travelling.


El cuadro se completa con la actuación de unos actores no muy reconocidos actualmente. Nos reencontramos con Val Kilmer que se dedica a mostrarnos a un escritor realmente frustrado, en ocasiones mirando directamente a la cámara, que pasa muchas horas delante de su ordenador ya sea intentando escribir más de una frase mediante método poco ortodoxos como la saturación de medicinas o el uso excesivo del alcohol, alternándolo con peleas por la webcam con su mujer. Y debemos admitir que disfrutamos con la actuación de la joven Ellen Fanning que viene de actuar con extraterrestres y zombies en Super 8, para seguir con los entes sobrenaturales en Twixt.

Puede que un posible fallo sea que Twixt nos haga reír en momentos que debería asustarnos. Es cierto que ya con Tetro, todo el mundo se llevo las manos a la cabeza con las últimas creaciones de Coppola. Esta no va a ser una excepción. Ni el pobre Edgar Allan Poe va poder dar un poco de luz a esta historia con su tililante farol digital.  

jueves, 21 de junio de 2012

La trampa de la muerte



Director: Sydney Lumet
Intérpretes:  Michael Caine, Christopher Reeve, Dyan Cannon, Irene Worth, Henry Jones
Productor: Burtt Harris
Música: Johnny Mandel
Guión: Ira Levin
Fotografía: Andrzej Bartkowiak
Año de producción: 1982



Se preparan los actores entre las bambalinas, los focos se encienden y se descorre el telón. La vida se presenta como una obra de teatro en La Trampa de la Muerte que nos tiene preparada Sydney Lumet.

El teatro de la vida

Sidney Bruhl es un afamado director de teatro en Broadway que está pasando por una crisis creativa capaz de llevarlo a las más desesperadas actuaciones. Tras el fracaso en su última obra estrena y hundido por la crítica, Sidney se aparta en su mansión en medio del campo a pensar donde reside el origen de su actual fracaso. Entre sus divagaciones, su esposa Myra se encargará de intentar animarlo, aunque con una efusividad que llega al cansancio y a la desesperación en multitud de ocasiones. Dentro de este frustrante panorama, la solución a todos sus problemas le llegará justo en mano en su última función. Uno se sus más brillantes alumnos, Clifford Anderson, le entregará una obra escrita por el mismo. La obra, La trampa de la muerte, resultará para Sidney la obra más perfecta que nunca haya leído y que junto a su afamado éxito podría convertirse en la propulsión adecuada para recuperar su éxito pasado. Junto a su mujer, Sidney se dedicará a urdir un plan de asesinato para poder quedarse con todos los derechos de dicha obra. Para ello, invitará a su alumno a casa con el fin de acabar con su vida con alguna de las armas que inundan la decoración de su salón. El plan ocurrirá a la perfección, pero los problemas aparecerán justo después del crimen. Myra, con problemas del corazón, empieza a ponerse histérica al comprobar que su marido puede ser un perfecto asesino. Además aparecerá una nueva vecina que siendo psíquica empezará a averiguar todo lo ocurrido en la casa de Sidney. Todo toma un giro inesperado, cuando Clifford vuelve de entre los muertos para conducir allí mismo a la aterrada Myra que no sobrevirirá al susto que le conlleva ver al muerto resucitado en su salón. En este momento, somos participes de un plan secundario que ha permanecido oculto a nuestros ojos durante todo el relato hasta ahora. Profesor y alumno son amantes y deciden afanarse en destruir a Myra, ya que esta posee una fortuna considerable que ira a pasar a manos de Sidney. Finalmente, todo empezará a complicarse con la aparición del abogado de Sidney, llevándonos a un estado de desconfianza total acerca de lo que está ocurriendo en la pantalla.



Entre bambalinas

Las actuaciones en esta película son teatralmente perfectas. Tenemos la oportunidad de ver a un Christopher Reeve pletórico en una de sus últimas actuaciones antes de su accidente a caballo que acabará con su movilidad y con su carrera como actor. Michael Caine tampoco se queda atrás y nos ofrece una actuación llena de mentira y de veracidad a la vez. Sin duda, tampoco debemos menospreciar el papel de esposa frenética que lleva a cabo Dyan Canon. Un reparto escaso, pero realmente bien elegido.

Las adaptaciones parecen ser un plato fuerte en la obra de Sydney Lumet, su director. Hay un toque de Agatha Christie en muchas de sus obras, de hecho La trampa de la muerte puede ser uno de estos ejemplo. El tono policial de la obra se completa con una actuación teatral y con un tono irónico. El tema de la homosexualidad también será recurrente en la filmografía de este autor, como ocurrirá en su obra Tarde de Perros.

El espectador siente que no está en el cine, sino en una sala de teatro. Todas las actuaciones tienen un matiz relacionado a las interpretaciones teatrales. Pero, Lumet llega a más que esto. Si apreciamos los planos de la película podremos comprobar que la mayoría son planos generales que nos recuerdan a la visión que podemos tener de la acción al sentarnos en una fila de un teatro a ver una obra cualquiera. La obra está divida en dos actos, un primero mucho más impactante que un segundo. Podemos afirmar que nos encontramos ante una obra de metateatro, el teatro se realiza dentro del propio teatro como si de unas muñecas rusas se tratase. La iluminación está centrada en paisajes nocturnos en su mayoría, el momento perfecto para realizar el tipo de tareas que se desarrollan en la Trampa de la Muerte.

Como espectador, uno se sentirá confuso la mayoría del tiempo. Al producirse el punto de inflexión de la muerte de Myra, desconfiaremos totalmente en casa suceso que se de a partir de este momento en la película, pondremos en duda cada cosa que creamos que pueda estar ocurriendo tal como se muestra. Hecho que nos confinará a un estado de inquietud en el segundo acto. Sin duda, esta desconfianza e incertidumbre nos llegará a convencer de como la película consigue afectarnos y atraparnos dejando todas sus armas en manos de la más pura narración.


miércoles, 20 de junio de 2012

Ana y los lobos



Director: Carlos Saura
Intérpretes:  Geraldine Chaplin, Fernando Fernán-Gómez, Juan María Prada, Juan Vivó, Rafaela Aparicio, Marisa Porcel, Anny Quintas, Charo Soriano
Productor: Elias Querejeta
Música:  Luis de Pablo
Guión:  Carlos Saura y Rafael Azcona
Fotografía: Luis Cuadrado
Año de producción: 1972





La vasta llanura de la meseta española se nos presenta más vacía y desoladora que nunca. En este paraje no solo encontramos los cimientos de una antigua finca castellana, sino también las bases de la historia contemporánea española. Nos adentramos en un mundo de lobos donde la incansable Ana intenta resistir ante las duras pruebas que su creador, Carlos Saura, le plantea.


Las paredes tienen oídos

La trama se desarrolla al completo en la casa de esta extraña familia. Nos encontramos ante José, incansable seguidor de todo lo relacionado con el mundo militar, colecciona trajes y disfruta escuchando marchas. El segundo hermano es Juan, casado y viviendo con su mujer en la casa, se nos presenta como un personaje frustrado en su matrimonio cuya única distracción para salir de la monotonía de la casa será acosar a Ana mediante cartas eróticas que aparecerán con remitentes de diferentes partes del mundo. El último hermano y el que nos parecerá más inofensivo será Fernando, ocupado plenamente en conseguir una conexión espiritual con dios. El personaje matriarcal que los reúne a todo bajo ese mismo techo será una madre enferma que se situará en el lugar de la máxima autoridad de la finca. Para completar el cuadro goyesco nos encontramos con las hijas de Juan que corretean por la casa imitando los comportamientos de sus mayores y observando con una tranquilidad pasmosa los ataques de su abuela.

Ana llegará a este extraño ambiente cargada con una maleta llena de libros, que en la opinión de José son unos peligrosos compañeros. Poco a poco se irá introduciendo en la excéntrica rutina de la casa. Es entonces cuando Juan comenzará su acoso y los otros hermanos intentarán acercarse a ella introduciéndola en sus respectivos mundos, José le enseñará sus trajes y le pedirá que se ocupe de ellos y Juan le hará testigo de su intención de volverse ermitaño para su divino propósito.

Mientras tanto Ana lidia con los acontecimientos lo mejor que puede. Pero le será imposible superar la intención de esos tres hombres que se unirán para acabar con ella, tal como hicieron las niñas con su muñeca.



Los involucrados

Carlos Saura comenzó sus pasos desarrollando en el panorama nacional la corriente Neorrealista que ya estaba en su apogeo por toda Europa. Su cine estará invadido por las huellas de la guerra civil y el franquismo. Lo vemos en La caza, donde no se perseguirá ningún animal, sino diferentes ideas políticas. La temática volverá a mencionarse en Ana y los lobos y la Prima Angélica, siempre con una sutileza que permitirá pasar la censura del momento.

Los actores del reparto consiguen dar consistencia a este relato. Rafaela Aparicio, tiene una actuación parecida a la que desarrolla en la otra obra de Saura “Mamá cumple cien años”. También tendremos en cuenta que aunque nos sentamos ante el visionado de una obra española contamos con la participación de actores como Geraldine Chaplin de reputación internacional. Es ella quien abre la película intentando alcanzar la casa desolada atravesando matorrales y mas matorrales, esos mismos en los que la trama la hará desembocar. Por supuesto, debemos mencionar la actuación siempre acertada de nuestro añorado Fernando Fernán Gomez.

La técnica tampoco puede dejarse de lado. Los planos nos sitúan en cualquier lugar de la casa. Nos introducen de forma intimista en la trama de la historia. Los planos cortos a Ana son muy recurrentes. La música acompaña muchas veces el ritmo del relato. Atendiendo a el orden de los hechos, nos encontramos antes una estructura lineal.



No podemos decir que la historia se quede en la superficie de la misma. Podemos obtener una lectura muy compleja de la misma. La madre nos ofrece una metáfora sobre la vieja España que está enferma y cuyas estructuras (la casa) se derrumban poco a poco. Esta España que se cae a pedazos tiene tres hijos: la represión, en este caso sexual, representada por Juan, el poder militar (José) y el poder eclesiástico identificado por Fernando. Su propia madre confunde las cajas de los niños cuando son pequeños, porque las tapaderas de las mismas están cambiadas. Nos es un hecho aleatorio, de igual manera, estos tres poderes se mezclan en la España de Ana y lo lobos, una España que no se conforma con acabar con la belleza cortándole el pelo sino que insiste en despellejar y violar a la mismísima libertad. 

lunes, 7 de mayo de 2012

The Artist


Director: Michel Hazanavicius
Intérpretes:  Jean Dujardin, Bénerice Bejo, James Cromwell, John Goodman, Penelope Ann Miller, Missi Pyle, Malcolm McDowell, Joel Murray.
Productor: Wildbunch, La Petite Reine, Studio 37, La Classe Americaine, JD Prod, France 3 Cinema, Jouror Production y uFilms.
Música:  Ludovic Bource
Guión:  Michel Hazanavicius
Fotografía: Guillaume Schiffman
Año de producción: 2011



Justo en el puro éxtasis del cine digital y 3D, sorprende gratamente encontrarnos ante una película muda y con ausencia de color. No hace tanto tiempo que el cine no necesitaba de más herramientas para trasmitir una historia. Pero la velocidad de los avances tecnológicos ha provocado que olvidemos el noble arte de mirar que ha sido sustituido por un intento de sobrecarga en nuestros sentidos. Puede que esta apremiante curiosidad ante lo atípico a nuestro día a día, sea la variable por la cual nos hayamos decidido a ir en masa al cine a visionar The Artist de Michel Hazanavicius.




The Artist comienza presentándonos el álgido momento en la carrera profesional de su personaje principal, George Valentin. Tanto los productores como las masas adoran al actor y éste vemos como disfruta plenamente de su estrellato. En paralelo, vemos ascender al personaje femenino, Peppy Miller. Tocada por la suerte del destino, Peppy aparece en portada de un periódico con el aclamado actor. Una serie de acontecimientos encadenados conseguirán que ambos vuelvan a coincidir en el rodaje de un film. Pero todo no podía salir de manera tan afortunada y de un año a otra la realidad cinematográfica cambia con la aparición del cine sonoro. Esta innovación creará una brecha en la carrera de ambos, para Peppy de manera positiva y para George derivándola a un absoluto fracaso. La adaptación a los nuevos tiempos no la llevarán de manera semejante y esto supondrá una separación de sus caminos profesionales. George se encerrará en la utópica idea de que la muerte del cine mudo no puede ocurrir. Encerrado en este pensamiento irá perdiendo todo lo que había construido y afianzado durante su carrera. Nuestro personaje principal decide no subirse al carro de la teoría darwiniana de la adaptación y al igual que como ocurría en esta, los que se adaptan al cambio lo pisarán. Será el caso de Peppy que se embarcará en esta nueva etapa fílmica que le servirá de catapulta hacia el reconocimiento profesional. A pesar de todos estos acontecimientos, Peppy sigue enamorada de George y cree en su potencial, por ello sigue de cerca todos sus pasos. El incendio de la casa de George provocará que Peppy se involucre completamente en la vida de George, quien al principio se verá agradecido, pero que luego cambiará de opinión al descubrir que todos sus pertenencias están bajo la posesión de su generosa benefactora. Al final, la desesperación total de George le llevará a pensar en el suicidio. Peppy conseguirá no solo que este trágico final no se desarrolle, sino que la carrera frustrada de George desemboque en una adaptación a las nuevas tecnologías sin perder su esencia muda.

Michel Hazanavicius es un director francés de orígenes judíos. Es sorprendente como representa un artista francés la realidad de los años 20 en cualquier major norteamericana. Aún así, en la gala de los Óscar ya hablo de la visión diferente que tiene debido a ser un judío afincado en París. Sin duda nos sorprende descubrir la nacionalidad del film porque el cine francés siempre ha considerado al norteamericano como enemigo y lo ha despreciado pareciéndose lo menos posible a él. Este es el motivo por el que nos cueste reconocer The Artist como una película francesa. Para comprobarlo, al compararla con otras obras no podríamos recurrir a ejemplos franceses sino a Norteamericanos. Al ver sus imágenes no podemos sino sentir añoranza por obras como Cantando bajo la lluvia o el Crepúsculo de los dioses.



Uno de los pilares en los que se sostiene The Artist son sus actores. Jean Durjain (George Valentin) es un versión extremadamente sonriente y payasa de Douglas Fairbanks. No podemos verlo como un personaje del cine sonoro porque toda su gestualidad viene y desemboca en el cine mudo. A su reluciente interpretación se le añade la simpatía simple que genera su perro, como si de Tintín y Milú se tratara. Pero esto no es capaz de eclipsar la sonrisa y el carácter que emana del personaje femenino desarrollado por Bénérice Bejo. No puede atribuirse que Bénerice este en ese papel sólo por ser la mujer de Michel Hazanavicius, sino que durante la hora y media defiende a la perfección porqué se merece ese puesto. Sin duda, la expresividad facial de ambos hace que recordemos porque el cine mudo lo decía todo sin enunciar nada. Los personajes secundarios como John Goodman (Al Zimmer) y James Cromwell (Clifton), tampoco nos dejan indiferente y saben con creces ponerse al nivel de los personajes principales.

Otro de los puntos a favor con los que cuenta The Artist es una cuidada y en ocasiones, artificial, estética. Los planos están cuidados y estudiados al detalle. El blanco y negro es limpio, proveniente de un iluminación impecable. Al sostener la mayoría del peso en la imagen, no descuidan ni un ápice la misma. Hay, sin duda, una utilización ejemplar de la mirada. Hay planos realmente sorprendentes que nos hacen recordar que es una película rodada en 2010 con un equipo propio de nuestros días, como es el caso en la escena en la que George derrama el vaso en la mesa de cristal y la cámara gira de tal manera que nos hace dudar entre el propio George y su reflejo. Por otra parte, un elemento muy recurrente el uso del reflejo del personaje en el espejo cuando no sabe realmente como llevar los cambios y plantearse su vida de una forma diferente.

Aunque la película sea muda hay una extensa banda sonora que suele rellenar sus silencios el 90% de su totalidad. Michel sigue jugando con el espectador, ya lo hace en la parte visual consiguiendo que haya escenas que nos hagan pensar en el “se parece a..”, pero lo sigue haciendo en el aspecto sonoro. De esta manera incluye en la banda sonora un tema de Vértigo de Hitchcock. El juego de metacine que recurre a más cine. La banda sonora está bien escogida y hay un gran acierto en la supresión de la misma en la parte final de la obra, dejando la imagen pura como enunciadora de ese todo.

La trama es sencilla, en ocasiones simplona, aludiendo al montaje en paralelo de las historias de George y Peppy como máxima complicación de la misma, pero siempre recurriendo a unos acertados barridos que nos hacen recordar (como todo lo demás) esta maravillosa etapa del cine. Aunque hay que considerar que el mayor éxito en recreación puede apoyarse en los decorados y en el vestuario de la película, que ha sido premiada en los Óscars. Para acabar el análisis técnico, podemos apreciar una temporalidad estrictamente marcada por los años que aparecen enunciando cada etapa.


Me parece una correcta representación de esta época. La imagen y las interpretaciones consiguen crear un estado dejavú al cual los cinéfilos se aferrarán tras el visionado de la película. En ocasiones, sientes que la orquesta está ahí mismo y que realmente hemos vuelto al cine mudo. La pesadilla de George es compartida por el espectador que se siente invadido por los sonidos al conseguir adaptarse a la falta de los mismos. Sigo halagando a esta obra aludiendo a sus cifras de recaudación en taquilla. Creo que es un plan realmente estudiado que funciona. Consigue llegar no sólo al cinéfilo empedernido con el que hay un juego directo de guiños, sino que llega al espectador de a pie que se siente complacido por una historia sencilla que se le presenta de una forma original. Puede que el aspecto negativo que pueda achacarse a esta obra sea la simplicidad de su historia y el carácter plano de sus personajes, al fin y al cabo es una historia de amor que nada más empezar ya sabemos como acaba. Sabemos que todo va a salir bien, que el espectador no se quedará con un mal sabor de boca. Pero si leemos entre líneas podemos ver más que un simple romance. George es la representación de nuestro añorado cine mudo y Peppy pisa con la fuerza de unos pasos sonorizados. La unión de ambos, no es solo el triunfo del amor sino la unión de dos etapas para crear algo que solo podría realizarse con distancia de lo mudo en la implosión de un cine que pretende conquistar territorios ya alejados de la simplicidad de la conjunción de la imagen y el sonido, algo nuevo, algo diferente... algo como The Artist.

lunes, 30 de abril de 2012

Caché (Escondido)

Director: Michael Haneke
Intérpretes: Daniel Auteuil, Juliette Binoche, Maurice Bénichou, Annie Girardot, Lester Makedonsky, Benard Le Coq, Walid Afkir, Daniel Duval
Productor: Coproducción: Les Films du Losange (Francia), Wega Films (Austria), Bavaria Film (Alemania) y BIM Distribuzione (Italia)
Guión:  Michael Haneke
Fotografía: Christian Berger
Año de producción: 2005



En los años que corren, saturados de noticias ávidas de sangre e injusticias a las que nos enfrentamos con indiferencia y monotonía mientras comemos frente al televisor cada mediodía, nos sorprende que un plano fijo de una calle en la que aparentemente no ocurre nada, nos provoque, al menos, que nos revolvamos en el asiento y nos preguntemos preocupados porque no pasa nada. Esa es la primera sensación que tienes al comenzar Caché de Haneke.

Nos encontramos en una Francia actual, en la cual el multiculturalismo es lo más habitual. Al principio no quieres errar en una malinterpretación desconsiderada cuando Georges grita a voz en vivo a un chico negro que se cruza en su camino a gran velocidad en su bicicleta. Pero con el transcurso de los hechos, no nos quedará más remedio que afrontar que ese multiculturalismo no es algo que haya llevado bien desde sus orígenes nuestro personaje principal.

Georges es un crítico literario con presencia en los medios de comunicación que lleva como bien dice a su madre “una vida sin altibajos”, hasta que un buen día recibe una cinta de vídeo en la cual aparece su casa desde una calle frontal durante 2 horas. En la cinta podemos ver el transcurrir de la mañana incluyendo las salidas y entradas de los miembros de la familia del propio domicilio.

A partir de este hecho, todo el entramado de Caché se irá desmenuzando frente a nosotros. Encontramos unas habitaciones repletas de libros, libros que tocan el techo, libros que comenta y enuncia cada día Georges en su programa televisivo sobre literatura, comunicación por todos lados, excepto entre él y su esposa Anne. Nos enfrentamos ante una pareja que ha sabido convivir, pero que se achacan una desconfianza mutua, él no le cuenta quien cree que puede ser el acosador de las cintas de video, ella no responde a sus llamadas al móvil. La consecuencia de esta tensa situación será la desaparición repentina de su hijo Pierre justo en el culmen de todos estos extraños acontecimientos. Todos ellos, apuntan a un hombre argelino cuya familia sirvió en la casa familiar de Georges años atrás y que tras una pelea de niños fue a parar a un orfanato, creándole secuelas que lo llevarán a situarse en el punto de mira de las sospechas de Georges.



Majid, por su parte, no hace más que repetir hasta la saciedad que él no es el culpable del acoso familiar. Aún así, vive en sus propias frustraciones y decide dar punto y final a todo suicidándose ante George. El hijo de Majid, quien también será involucrado en la posible fugaz desaparición de Pierre, aparecerá también como un personaje sospechoso y posiblemente involucrado en las inquietantes grabaciones.

Conociendo la duración de la película y viendo que está llega a su fin, el retorcimiento en tu asiento llega a su punto culmen pensando inocentemente que el culpable de todo este embrollo se nos presentará de un momento a otro. Pero no es así, de repente aparece otro plano fijo de la salida del colegio de Pierre donde vemos como habla con el hijo de Majid y los créditos comienzan a deslizarse tan lentamente como el ritmo de la propia película frente a unos espectadores boquiabiertos que se siente confusos y a la vez perturbados por la simple idea de que alguien los está grabando en ese preciso instante.

Ya en películas como El vídeo de Benny o Funny Games, Haneke se luce en el noble arte se asustar sin mostrar. Es el rey creador del terror impalpable. Todo es psicológico en Caché. Y todo se sostiene así por actores como Juliette Binoche y Daniel Auteil que nos consiguen hacer participes tanto de sus miedos como de sus culpas. También recurriendo al juego de la realidad y la ficción nos incluye en las propias pesadillas de Georges que nos dejan entrever, antes que a la propia Anne, su historia con Mijad.


Observando la técnica, podemos apreciar el uso de planos estáticos muy amplios en los cuales la acción se nos presenta lejana y en ocasiones, casi difícil de seguir. Sería el caso en el que la cámara esta robando intimidad de la familia, pero también en escenas como la recogida de Mijad en la casa de George cuando ambos eran unos niños. En muchas ocasiones, sobre todo en las imágenes de las cintas de video, se recurre al fuera de campo, es decir, sabemos que George está aparcando pero no vemos el coche en plano, sino que lo escuchamos maniobrar o cerrar las puertas del mismo, hecho que sin duda nos incomoda porque nos sentimos fuera de la acción. Por lo tanto, es inevitable que todo esto vaya unido a una mirada subjetiva que nos hará sentir alivio al comprobar que se mueve, ya que si permanece fija tendremos la absoluta convicción de que se trata de otra cinta de video. En cuanto a los espacios podemos apreciar una abundancia de exteriores en las cintas de videos, oponiéndose a los interiores donde se suelen desarrollar los acontecimientos relacionados con la familia. También se juega con el tiempo continuamente cuando los personajes rebobinan las cintas de video desmenuzando y recreándose en los hechos, herramienta que ya utilizaba Haneke en El video de Benny. Hay que mencionar como dato indispensable un planteamiento de los planos pulcros y una articulación de la narración sin una sola nota creando un ambiente más frío y en ocasiones cercano a la realidad. Sin duda, es apreciable un montaje en paralelo de las pesadillas y recuerdos de George con Mijad y de la acción presente hasta un punto de convergencia de la acción cuando los dos personajes se reencuentran.

Es difícil establecer de que trata Caché. Trata de la dificultad de una convivencia entre diferentes culturas, el miedo a lo exterior, como cuando George afirmaba que Mijad estaba enfermo y escupía sangre por la boca. Nos habla también de aspecto de los medios de comunicación, de la peligrosidad de un video, como puede influir en la vida de alguien, como puede llegar casi a destrozarla como cuando Anne descubre que sí ha acudido a su encuentro con Mijad o su jefe se hace participe de todo este embrollo. Pero sin duda, la película es un juego directo con el espectador. Hay que sentirse halagado al ver esta obra, Haneke nos trata como un público inteligente capaz de sacar sus propias conclusiones acerca del amenazante acosador. Lo que nos hace caer en la cuenta de la identidad del mismo es un comentario que realiza George al principio: “¿Cómo he podido pasar al lado de él y no haberme dado cuenta?”. ¿Quién está detrás de todos esos videos? ¿Realmente existe dentro de la película? Pero no es descabellado pensar que el propio creador de los videos, el observador indiscreto de cada detalle, el que ha creado la culpa dentro de George sin un ápice de remordimientos, sin haberse movido de su privilegiado puesto de ser omnipresente en dos horas seas tú. 

miércoles, 4 de abril de 2012

La clase (Entre les murs)


Director: Laurent Cantet
Intérpretes: François Bégaudeau, nassim Amrabt, Laura Baquela, Cherif Bounaïdja Rachedi, Juliette Demaille
Productor: Haut et Court
Guión: François Bégaudeau (escritor de la novela original), Robin Campillo, Laurent Cantet
Fotografía: Pierre Milon
Año de producción:2008




Nos encontramos como bien dice su titulo orginal “Entre los muros” creados por François Bégaudeau en su novela original y adaptada a la gran pantalla por Laurent Cantet.

La multiculturalidad es la actual realidad de cualquier capital europea y más siendo un epicentro como es el caso de París. Nos situamos en una escuela de un barrio marginal de la capital francesa. El año escolar está empezando, todo está a punto. El engranaje está recibiendo sus últimos retoques: se limpian las mesas, los profesores se reparten sus clases, se establecen los horarios... Se nos presenta un mundo completamente ordenado que sucumbirá al más absoluto caos con la aparición de la otra cara de la moneda: los alumnos.

Si una clase de adolescentes puede llegar a ser complicada, aún más si están compuestos por alumnos tan diferentes como ocurre en este caso. La clase no se convertirá en un lugar de intercambio cultural sino en un campo de batalla en el que las bombas pueden estallar en cualquier momento. Nos sorprende en ocasiones el temple del profesor de lengua francesa, interpretado por el mismo escritor de la novela original.

Conviviremos de cerca con toda clase de conflictos que nos aterraran a partes iguales que nos harán reír. Pero está película no nos ofrecerá más que los sucesos acaecidos en este aula durante el curso escolar. No será más que un diario de abordo en imágenes de lo que será el día a día tanto para alumnos como para profesores, la dos caras opuestas de esta moneda que no hace más que girar sin dejar ganar a ninguna de las dos partes implicadas.

Al terminar el curso, los alumnos afirman haber aprendido algunas cosas, pero muchos de ellos enuncian no haber aprendido nada, de hecho algunos han aprendido más fuera de los muros del aula, es el caso de Esmeralda que afirma haber leído “La República” de Platón. La clase acaba con sus sillas vacías, los niños juegan en el patio junto a los profesores y solo los podemos oír de fondo. El vacío del aula nos atravesará como una daga fría dejándonos ante el sabor agridulce de que la guerra ha acabado y como todas, no ha servido para casi nada.



François Bégaudeau, nuestro heroico profesor de lengua francesa fue durante unos cuantos años director y profesor en una escuela de París. Será ahí donde nacerá la novela “Entre les murs”. Laurent Cantet se ocupará de hacer los honores de crear la película en base de la novela y junto al escritor y a Robin Campillo crearán el guión en el que se asienta el filme. El proceso de rodaje será breve pero intenso, con un trabajo extenuante de ensayo anterior. La clase está filmada en 7 semanas en un colegio real de París con 3 cámaras HD al hombro: una para las réplicas, otra para las contrarréplicas y la última para reacciones secundarias. La joya de la corona de esta película reside en la natural y humana interpretación de sus actores. Para ello, Cantet seleccionó a 50 jóvenes sin experiencia en la interpretación y estuvo trabajando semanas y semanas en posibles situaciones para observar sus reacciones, de aquí emergieron 25 seleccionados que llenarán el aula que se nos presenta en esta cinta.

El profesor se represent tanto como un héroe como un ser humano más con sus defectos y debilidades, sobre todo al cometer errores como insultar al alumnado. Las situaciones lo llevan al borde del precipicio cada día. Hay un choque entre el profesor y los alumnos, en la mayoría de los casos ocasionados por la imposibilidad del primero en llegar a la realidad de sus pupilos. Los alumnos por su parte, que nos sorprenden con sus naturalidad, acuden cada día a clase para desfogar sus miedos e iras haciéndole imposible e ardua la tarea al profesor. En vez de centrarse en interiorizar los conocimientos se ocuparán de refutarlos como el episodio del subjuntivo: “Para que vamos a aprender a usarlo si eso ya no lo usa nadie”. La mayoría tiene problemas para comunicarse correctamente en francés, la asignatura no será nada fácil de impartir.



Nos encontramos ante una imagen casi sin tratar y grabada al hombro que nos hace ser conscientes en ocasiones que alguien está grabando debido al movimiento de la imagen. Todo esto consigue darle un toque de más realismo, si ya la interpretación lo conseguía, a la película. Se nos presenta casi como una obra de cine documental. Su austeridad será totalmente evidente en el hecho de que no hay música, ni siquiera en los créditos.

No nos extraña en absoluto que esta obra se llevará la Palma de Oro, pero no el Óscar al que también aspiró en nominación. No estamos ante una película fácil de seguir, basada completamente en el diálogo, pero de una calidad que la Palma de Oro siempre ha conllevado.

La clase no acaba cuando la película llega a sus créditos y las luces de la sala se encienden. La clase consigue que sigamos con ella en la cabeza luego. Nos hace cuestionarnos el sistema educativo que creemos tan acertado. Ese sistema que más que formar en este caso parece solo servir para fomentar la desigualdad. Hace que nos planteemos donde están los límites, hasta donde llega la educación en la escuela y hasta donde llega la educación que debe ser ejercida por los padres. Entre los muros parece ser solo una jaula donde los alumnos no llegan a comprender nada útil para sus vidas, unas vidas que se apartan de lo que la escuela intenta enseñar. Dos mundos opuestos que parecen darse la espalda desde septiembre hasta junio y luego, vuelta a empezar.


jueves, 29 de marzo de 2012

Adaptation (2002)


Director: Spike Jonze
Intérpretes: Nicolas Cage (Charlie y Donald Kauffman), Meryl Streep (Susan), Tilda Swinton (productora), Chris Cooper (John Laroche)
Productor: Columbia Pictures
Guión: Charlie Kaufman
Fotografía: Lance Arond
Música: Carter Burwel - Temas musicales: Happy Together- The Turtles
Año de producción: 2002





Adaptation comienza con una voz en off de nuestro personaje principal, mientras en una pantalla en negro van apareciendo ante nosotros los personajes de este magnifico filme de Spike Jonze. Charlie nos relata en tono apresurado y neurótico sus más profundos miedos a modo de monólogo reflexivo. Esos temores relatados se nos presentarán en imágenes en las sucesivas escenas. Nuestro personaje triunfa en su vida profesional, pero no sabe como enfrentarse a la parte personal. Su trabajo es toda su vida, solo en sus parones creativos el personaje es consciente de que existe algo más allá que su máquina de escribir y los personajes de “El ladrón de orquídeas”, la novela que está adaptando a la gran pantalla.

Como polo opuesto encontramos a su hermano Donald, interpretado también por Nicolas Cage. Donald es el gemelo de Charlie, pero solo tendrán en común su parecido físico. Los dos personajes establecen una dualidad, por un lado encontramos a Charlie con su interés de embarcarse en la adaptación de El ladrón de orquídeas desde una perspectiva no comercial, él solo quiere hacer “una película sobre flores”. Y por el otro lado, encontramos a Donald que asiste a toda clase de cursos para crear guiones en serie que confluyan con la demanda del StarSystem. Para él en cualquier película es necesaria una escena de persecución de coches y en la creación de un guión hay que seguir pautas tale como el Decálogo del Guionista. Como he mencionado anteriormente Charlie está tan involucrado en la adaptación de la novela que olvida atender su vida personal, lo opuesto a su hermano que siempre triunfará en el mundo social y más específicamente en el femenino. Es tan clara la oposición entre ambos que al principio uno se pregunta si Charlie simplemente se está inventando a su opuesto para hablar con un punto de vista totalmente contrario al suyo. Pero lo cierto es que los gemelos viven juntos, pero no comparten casi ninguna de sus ideologías en cuanto al arte, para uno, o la industria, para el otro, de hacer cine.

Otros personajes irán desarrollando sus historias en paralelo. Es el caso de John Laroche, el buscador de orquídeas y Susan Orlean, la escritora de la novela. Susan comienza interesándose por Laroche por un simple artículo que tras una intensa investigación pasará a convertirse en lo que será finalmente la novela. Aquí encontramos la segunda dualidad a la que asistimos en esta película. Su título no está elegido al azar, no sólo consiste en una adaptación de la literatura al cine, sino también una adaptación propia de los seres vivos al medio que les rodea atendiendo a la teoría de Darwin de las especies. Es el caso de las orquídeas que se adaptan a la forma del insecto que las poliniza. También es el caso de la escritora de la novela que intentando salir de la monotonía y el tedio de su vida cotidiana intenta buscar algo por lo que apasionarse tanto o más como John Laroche se apasiona febrilmente con la orquídea fantasma.

Ambas historias acabarán confluyendo. Charlie sufrirá una crisis sin retorno en la guionización de la novela, por lo que desesperado, recurrirá a su hermano Donald que le hará ver un poco de luz en la niebla que se ha creado en su proyecto. Al tomar papeles en el asunto Donald, la película tomará un giro de acción que hasta ahora no se había dado. Donald se sumerge una exhaustiva investigación sobre la autora, sospechando una soterrada relación amorosa entre esta y Laroche. Será el momento en el que las dos historias, que hasta ahora se mantenían mediante un montaje paralelo, se unan para relacionar a todos estos personajes en lo que será una batalla sangrienta por el intento de ocultar la vida oculta de Susan.




No solo las historias paralelas se unen en esta última parte, también las dos partes que representaban Donald y Charlie se reconcilian tras la muerte de Donald. Y los problemas profesionales y amorosos de Charlie quedan resueltos, quedando la trama cerrada, además de manera cíclica ya que termina con la misma imagen con la que empieza.

Una película tan enrevesada no es algo nuevo en la filmología de Spike Jonze. Ya al principio asistimos a un verdadero capítulo de metacine cuando Charlie está dentro del rodaje de su anterior película “Como ser John Malkovich”. También asistimos a otra adaptación literaria por su parte en la película infantil “Donde habitan los monstruos”. A pesar de unos guiones complicados, Jonze tiene la habilidad de conseguir crear una película perfectamente entendible por cualquier público. Aunque sin duda el éxito de esta obra reside en un grandioso guión elaborado por Charlie Kauffman que es creador de otras tramas increíbles como “Olvidate de mí” y “Como ser John Malkovich” trabajando codo con codo con Jonze también.

En ocasiones, el espíritu neurótico de Charlie nos recuerda a cualquier personaje principal de una película de Woody Allen siempre excéntricos y trastornados. Un papel bordado, tanto en el caso de Charlie como de Donald, por Nicolas Cage que nos sorprende en una actuación lejana a las habituales en su carrera. Por otro lado, encontramos a Meryl Streep y Chris Cooper, a los cuales solemos verlos en obras más selectivas, y que como siempre no defraudan, sino que nos deleitan con actuaciones portentosas. Podemos cerrar el elenco con actores no menos reconocidos como es el caso de Tilda Swinton.

Observamos en ocasiones otra dualidad más entre la realidad y la ficción, debido a que Charlie permanece gran parte del tiempo sumergido en el universo paralelo de la novela. No encontramos ninguna diferencia en los encuadre o en la iluminación cuando se nos introduce en un episodio friccional que suele hacerse visible por la vuelta del personaje a la realidad ya sea despertando de un sueño o haciendo visible este cambio con la escritura en su máquina de escribir.



Otro término a mencionar es la banda sonora elegida con sutileza por Cartel Burwel que también trabajará con Jonze en “Donde viven los mosntruos”. En especial hay que apuntar la canción Happy Together que une sentimentalmente en todo tipo de situaciones a los dos hermanos.

Hay que mencionar un gran trabajo en el equipo de maquillaje que consigue que el mismo Cage nos parezca más desmejorado físicamente cuando interpreta a Charlie que cuando representa a Donald. También vemos un gran trabajo en efectos especiales cuando el actor aparece en pantalla interpretando a la par a ambos hermanos, algo a lo que enfrentaba de forma aún mayor Jonze en algunas de las escena de su película anterior “Como ser John Malkovich”.

Jonze nos presenta de una forma inteligente y cómplice el panorama actual cinematográfico, por una lado está el cine comercial que consigue atraer al público y por el otro el cine conocido como independiente, que solo consigue atraer a un escaso público bastante particular. Ambos están representado por los dos hermanos, uno con sus neuras y su escaso éxito, solo en ocasiones extraordinarias como con Amelia que queda representada como un ser extraño de la misma categoría de Charlie y por otro lado, Donald con sus normas establecidas con las que consigue atraer a toda clase de público. Para más paradoja, Spike convierte su película excéntrica, lenta y centrada en el relato, justamente en lo opuesto para añadirle todos esos aspectos que Donald mencionará como persecuciones de coches, acción y un personaje que persigue algo y que airosamente lo consigue al final. Una de cal y otra de arena con una genialidad que nos hará levantarnos de la butaca con una satisfacción ambigua.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Fin - Gabriela Martí


Gabriela Martí nos sumerge en un mundo muy reducido y no por ello simple, donde los personajes principales que se sitúan como eje principal de su relato se reducen a dos.

Fin nos sorprende de principio a fin o quizás mas convenientemente al contrario, de fin a principio. Su temporalidad discurre al contrario de las agujas del reloj, pero eso no limita que el relato se desarrolle de una forma lineal y creciente. Las pautas para comprender el relato se nos van descubriendo al ritmo de una música creada específicamente para el cortometraje por Jesse Selegut. Los vibrantes sonidos crean una atmósfera de intranquilidad que se refuerza con la miradas no justificadas de algunos viandantes que se cruzan en el paseo, aparentemente usual, de una hija con su madre senil. Los planos detalles y primeros planos consiguen con sutileza que nos introduzcamos de una forma más comprometida a la historia. También los espacios juegan un papel fundamental en la misma, ya que los lugares elegidos como el parque suponen un intrincado geométrico que nos transmite la dificultad de hacer un juicio acertado sobre la forma de actuar de los personajes.



Quizás el toque diferenciador que consigue calificar a Fin como corto experimental sea su discurrir inverso que consigue efectos realmente curiosos que capturan al espectador. Pero quizás su gran triunfo es una historia con puntos de inflexión dentro de su mutismo que consiguen sorprender y hacer reflexionar al espectador. La muerte, la dependencia, la moralidad son fuente de debate tras el visionado de esta obra que puede que nos deje desubicados en un primer momento, pero sin duda no indiferentes.